¿Se puede prevenir el suicidio en niños y adolescentes?
Esta semana vi una ponencia sobre la salud mental en los niños y adolescentes, donde se hablaba del suicidio y como la tasa en niños y adolescentes sigue aumentando día tras día en países como España, y ahora que consulto en internet, veo que en Colombia también.
La verdad ese tema siempre me ha parecido como un tabú, de lo que no se habla normalmente. Ahora que lo pienso, en mi familia cada vez que hablaban de ese tema trataban de ocultarlo o de no seguir hablando y si me pongo a pensar, yo también he abordado ese tema así. Cada que escucho una noticia de un suicidio, trato de borrarlo de mi mente o no hablo sobre eso.
Pero ahora que mencionaron el tema del suicidio en niños y adolescentes, ¿Cómo dejarlo pasar? ¿Qué puede estar pasando? ¿Qué podemos hacer nosotros como padres?
En la ponencia decían que los jóvenes que se plantean el suicidio no están pensando en morir, sino que lo ven como una salida para dejar de sufrir y quienes acuden a él es por que no encontraron otro camino.
Los niños y jóvenes atraviesan por un período difícil, donde todavía no saben manejar bien sus emociones, se les presentan continuamente frustraciones, discusiones, dificultades, como padres no es que debamos evitar que sucedan sino saber cómo se acompañan.
Nosotros como padres, somos los guías. Debemos hacer que nuestros hijos se sientan escuchados, comprendidos y acompañados.
¿Cómo hacerlo?
Desde bebés:
Recordemos que el bebé pide ayuda desde el llanto, si no lo atendemos tan pronto como nos sea posible, el bebé se quedará con la idea de que si pide ayuda nadie lo atiende.
En los niños pequeños:
Los niños desde los 2 años ya nos pueden decir lo que sienten o lo que les pasa, muchas veces no lo sabrán decir, lo van a decir llorando o algo enredado. Nosotros como adultos al ver a nuestros hijos así nos puede dar impotencia, rabia, impaciencia, temor de no poder entenderlos y ayudarlos, y podemos caer en el error de decirles que dejen de llorar, que hablen claro que ya son grandes, de gritarles o de regañarlos.
Lo más importante en esos momentos, donde el niño está asustado, frustrado, enojado es que se sientan acompañados, escuchados. Debemos decirle, si todavía no puede hablar porque está llorando o sobresaltado, que esperaremos a que se calme para poder entenderle bien y ayudarle. Que el niño sepa que estamos ahí presentes, con disposición para escucharlo y ayudarlo.
Dependiendo de nuestra reacción ante esa búsqueda de ayuda, es como el niño va a reaccionar en un futuro a contarnos o a ocultarnos las cosas.
Esta parte me pareció clave, muchas veces yo he caído en ese error y me he dejado llevar por mis sentimientos, pero tienen razón, si mi hijo cada que tiene un problema viene a mi y yo no lo voy atender, si lo voy a regañar o si me altero también, no creo que en un futuro venga a mi a contarme lo que le pasa. Va a sentir miedo.
En adolescentes:
En la ponencia ponían el ejemplo de que algunos niños o adolescentes, muchas veces llegaban del colegio con una historia donde decían que un amigo había hecho algo malo o algo indebido para ver cómo reaccionan sus padres. Algunas veces no habían sido sus amigos si no ellos mismos los que habían hecho algo malo. De esta forma ellos tantean nuestra reacción, si vamos a etiquetarlos y decirles que niño tan grosero, tan vago, tan maleducado, en fin.
Debemos evitar etiquetar y juzgar sea cual sea la historia.
En conclusión, debemos empezar a pensar cómo estamos llevando estas situaciones, como estamos actuando ante nuestros hijos. Que ellos entiendan que pedir ayuda es algo positivo.
Después de leer esto creo que cuando nuestros hijos nos pidan ayuda vamos a verlo de otra forma, puede que alguna vez nos gane el inconsciente o la impaciencia, o el cansancio, es normal, porque así es como hemos venido funcionando y dejarlo de hacer es difícil, pero lo importante es que tratemos de mejorar por el bien de nuestros hijos. Qué pensemos antes de actuar hasta que el reaccionar bien ante esa pedida de ayuda lo volvamos algo natural.
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