Nacimiento de Miguel
Desde que mi esposo y yo nos dimos cuenta que íbamos a tener un bebé, empezamos con muchos cambios en nuestras vidas; desde la alimentación hasta las rutinas diarias.
Cuidados en el embarazo:
Empezamos a alimentarnos mejor, a comer más frutas a incorporar más verduras en las comidas, dejé de tomar gaseosa, café, disminuimos las comidas chatarras, la sal y por supuesto 0 alcohol.
Lo único difícil para mi del cambio de la alimentación fue dejar el café, mantenía con demasiado sueño y el rico olor de otros preparando café no ayudaba, pero lo solucioné tomando descafeinado que aunque no sabía igual satisfacía mi antojo.
Asistimos a todas las citas médicas, a todas las charlas de la EPS, estábamos muy felices. Más de una vez se nos salían las lágrimas durante las charlas. No lo podíamos creer.
Nuestra familia también estaba muy contenta, nos dieron muchos regalos para el bebé, a mi me consentían, me satisfacían todos mis antojos, ensaladas de frutas, pescado y lo que no puede faltar en una embarazada: el mango biche con limón (obvio sin sal).
También empecé con los ejercicios que me recomendaron en la EPS, a caminar todos los días, a meditar, a respirar, a descansar porque decían que aprovechara para dormir bastante antes de que naciera mi bebé. Este dicho aún no lo entiendo, como si el dormir antes hiciera que uno no se cansara después.
Empiezan los síntomas del embarazo:
Empecé muy motivada muy feliz hasta que me empezaron los primeros síntomas. Náuseas, vómito, cansancio extremo. Empezaba a sentirme rara, como si no fuera yo, sentía cosas extrañas dentro de mi cuerpo, en fin, el embarazo me dio muy duro.
Me decían que después del tercer mes ya no iba a tener más síntomas pero no fue así. Durante casi todo el embarazo vomité, desde muy al comienzo hasta en la camilla durante el parto.
A parte de eso, todo iba super bien, hasta que un día tuve un sangrado, me asusté muchísimo pero mantuve la calma y me fui de inmediato para urgencias. Nunca me dijeron que fue lo que pasó pero desde ese momento me clasificaron en embarazo de alto riesgo.
A partir de eso, se incrementaron las citas médicas, los cuidados, las angustias.
Ya cuando estaba más avanzado el embarazo me dijeron que mi bebé estaba sentado, que si seguía así y no se volteaba me tenían que hacer cesárea. Para nosotros esto fue horrible, queríamos desde el principio parto natural porque era lo que nos decían en la EPS que era lo mejor para los dos y todas las capacitaciones que nos dieron fueron en contra de la cesárea y a favor del parto natural.
Entonces empezamos averiguar como hacíamos para que se volteara; seguimos todos los consejos, desde comprar la pelota de pilates para hacer ejercicios, meditación, hasta meterme a clases de piscina para embarazadas. Pero nada funcionó. Miguel no se quiso voltear así que tocó parto por cesárea.
El parto:
El parto fue en la Clínica del Prado donde pudo estar mi esposo.
Hago un apartado para agradecerle a mi esposo por la ayuda que obtuve durante todo el embarazo. Desde el principio empezó a comer saludable como yo, decía que si queríamos que el bebé comiera bien teníamos que darle ejemplo. Me cocinaba todo lo que me antojaba, colaboraba más con el aseo de la casa, me acompañaba a todas las citas, me hacía masajes todas las noches, en la barriga con un aceite especial para que no me salieran estrías y me hacía masajes en los pies para deshincharlos, le leíamos cuentos al bebé todas las noches. En fin, sin él hubiera sido más duro de lo que fue. No se como hacen las mujeres que les toca solas, sinceramente las admiro.
En el parto me fue muy bien, iba muy nerviosa pero las cosas que me daban más susto no fueron tan aterradoras como creía, como la famosa epidural o raquídea, lo único que sentí fue frío por estar casi desnuda pero no me dolió en absoluto. La cirugía también salió bien, se sentía un clima familiar, los doctores hablaban entre ellos pero no como asustados o estresados, sino muy tranquilos y hablando cosas de la cotidianidad, en la sala habían puesto música de diciembre, que me hizo sentir que no estaba en esa situación, mi esposo dándome la mano, apoyándome, no sentí dolor, ni vi nada aterrador, como sangre o partes de mi cuerpo por dentro :), eso me asustaba mucho, yo siempre he sido muy gallina para todo eso, pero gracias a Dios todo estuvo a mi favor y me sentí muy tranquila y relajada.
Mi bebé nació y fue la cosita más linda que mis ojos hubieran visto. Me lo había imaginado tan distinto, salió más bonito de lo que pensaba, con su pelito monito tirando a rojo, blanquísimo y la cara super pulida.
En la lactancia también me fue muy bien, luego en otro artículo les cuento sobre este tema.
Lo único que no salió como esperaba, fue el postparto. Mi esposo y yo íbamos super entrenados para un postparto de parto natural, sabíamos todos los cuidados después de, pero nadie nos había hablado de un postparto luego de una cesárea.
Esto lo hacen en las EPS para incentivar a las mamás que elijan el parto natural pero desafortunadamente en muchos casos como el mío uno no puede escoger la forma del parto. Deberían explicar detalladamente los dos casos, cuidados, que es normal, que no, que sucede en el cuerpo después del parto por cesárea. En ese aspecto nos sentimos muy desorientados.
Postparto:
Lo primero que me pareció horrible fue cuando se me estaba quitando la anestesia, el dolor que iba apareciendo era soportable, pero llegó una enfermera a estriparme el estómago para que bajara no se qué, me impresionó demasiado porque me hizo super duro y lo primero que pensé es se van abrir los puntos, por lo que reaccioné y lo que hice fue tenerle las manos a la enfermera para que no me hiciera más, el dolor era impresionante. Me pregunto ¿porqué no lo hicieron cuando todavía tenía anestesia? No sé si ese es el procedimiento normal o si fue que se equivocaron conmigo.
Luego, cuando ya estaba en la habitación alimentando a mi hijo, me dijeron que tenía que empezar a caminar porque sino no me acuerdo que pasaba, entonces como tampoco sabía que hacer, seguí el consejo de las enfermeras y cuando me paré sentí un dolor muy intenso, aunque daba pasos, dolía demasiado. Luego me di cuenta que al hacer ese esfuerzo se reventó un punto y me salió un hematoma grandísimo en toda la herida de la cesárea. Lo que hizo que me doliera más todo, pararme, moverme, caminar. Esos días fueron horribles.
Ya cuando estaba en la casa con mi bebé, me cuidaba la herida como me dijeron las enfermeras: que no me la mojara hasta que pasaran unos días, evitar alzar cosas pesadas, no hacer movimientos bruscos, etc. Y luego que fuera donde la ginecobstetra para que me revisara y me quitara los puntos.
En la quitada de puntos, vuelven otra vez a estripar para que salga como toda la sangre y no sé que más y me dijeron que iba super bien, que en determinado día podía arrancar el microporo que me habían puesto para ya poderme bañar completa. Cosa que anhelaba demasiado, bañarse por partes no es lo mío, me sentía sucia e incómoda.
Ese día lo hice tal cual como me dijeron, con mucho cuidado retiré cada microporo hasta que empezó a salir a borbotones sangre de mi herida. Yo me asusté demasiado, ya les había dicho que soy super gallina para todo eso, entonces mi esposo tuvo que salir corriendo ayudarme, no sabía que hacer si ayudarme a mi o a nuestro hijo que estaba llorando. Como vio lo que me pasó me atendió a mi porque estaba al punto de desmayarme de la impresión. Fue un momento muy estresante, yo con toda esa sangre votando y mi hijo llorando en la habitación.
Mi esposo me volvió a tapar la herida y le preguntamos a la ginecobstetra y dijo que tranquila que era normal, pero yo creía que me lo decía para no asustarme y que me iba a quedar así toda la vida.
Cuando asistí a una charla de lactancia en la EPS, escuché a otras mamás que estaban en la misma situación, después de varios días del parto nada que se les cerraba la herida. Muchas se ponían toallas higiénicas en esa parte para que no se ensuciaran, yo todavía seguía usando pañales de adulto. Cuando las escuché me tranquilicé, vi que si era normal y que le pasaba a muchas. Pero todavía me pregunto, porque no dicen eso en las charlas de maternidad en la EPS. Sinceramente me sentí muy sola por parte de las entidades de salud y también por la sociedad.
En el embarazo super buena la atención, todo el mundo le cede el puesto a una embarazada, en las filas se ve la prioridad, igual en los parqueaderos. Pero ya cuando nació mi bebé, ya se acabó el trato especial. Ya no importaba yo.
Aunque esta parte de la historia no fue tan feliz, el tener a mi bebé en casa y en brazos me ayudaba a ser fuerte, a aguantar todo ese dolor y ese cansancio. Mi esposo y mi familia me ayudaron demasiado.
Esta historia te la cuento porque tal vez pueda ayudar a que no te pase lo mismo. Busca información, asesórate para que estés preparada para cualquier caso. Cómo dice el dicho: Guerra avisada no mata soldado. Si te asesoras adecuadamente antes de que suceda puedas hacer las cosas de forma diferente, a reaccionar diferente, a objetar si te dicen algo que no se deba hacer.
Ayudemos a las demás mamás y papás contando nuestras experiencias. Anímate en los comentarios a escribir tu historia.
Te invito a leer mis otras historias aquí.
Si quieres informarte sobre cesárea humanizada te comparto este link: Cesárea humanizada