Miguel adoraba el porteo, cada vez que me veía ponérmelo se ponía feliz. Se quedaba dormido fácilmente y en lugares públicos lo podía amantar sin que nadie me viera
Miguel adoraba el porteo, cada vez que me veía ponérmelo se ponía feliz. Se quedaba dormido fácilmente y en lugares públicos lo podía amantar sin que nadie me viera